Las personas tenemos dos mapas en la cabeza:
Con esos mapas mentales interpretamos todo lo que experimentamos y ni siquiera tenemos conciencia de que existen. Simplemente damos por sentado que el modo en que vemos las cosas corresponde a lo que realmente son o a lo que deberían ser.
Pero en realidad vemos el mundo, no como es, sino como somos nosotros. Cuando abrimos la boca para describir lo que vemos, en realidad nos describimos a nosotros mismos, a nuestras percepciones, a nuestros paradigmas.
Cuanta más conciencia tengamos de nuestros paradigmas o supuestos básicos, en mayor grado podremos escuchar a los otros y estar abiertos a sus percepciones.