Lo bueno enemigo de lo mejor. Anécdotas empresariales
A menudo somos como el comerciante que se empeñaba tanto en mantener limpia la tienda que nunca abría la puerta. ¡La verdadera razón para tener una tienda es para que entren los clientes, no para tenerla limpia!
La mayoría de las personas pueden establecer prioridades fácilmente cuando se enfrentan con lo bueno o con lo malo. El problema surge cuando nos enfrentamos con dos cosas buenas. En este caso puedo ocurrir, que lo bueno se convierta enemigo de lo mejor.
¿Hacemos lo más urgente (o lo que más nos apetece) y no afrontamos lo importante?
La anécdota del carpintero
Empezar con un fin en mente significa saber adonde se está yendo, de modo que se pueda comprender mejor dónde se está, y dar siempre los pasos adecuados en la dirección correcta. Resulta muy fácil caer en la trampa de la actividad: trabajar cada vez más para trepar por la escalera del éxito. Sin embargo, puede que esa escalera no esté apoyada en la pared correcta, y así, cada paso que demos no hace más que acercarnos al lugar erróneo.
Hay que usar la regla del carpintero: medir dos veces antes de cortar una.
¿Simplemente ganar dinero?
Cuando dicen que «la empresa está para ganar dinero» estarían quizá pensando «la empresa está para que seamos felices ganando dinero… no para que seamos infelices ganando dinero».
El humor del dueño
Hay empresas en que las decisiones se toman en función del humor del dueño: si por la mañana llega alegre todo tiene el visto bueno, si llega enfadado hagas lo que hagas le parecerá mal.
Cuando las decisiones dependen del humor se crea una tremenda inseguridad: el éxito o el fracaso no depende de lo que yo haga. Depende de que tal día tenga el jefe.
En esos casos se suele sacar la siguiente conclusión: mejor no hacer nada, porque me la juego.